Estas lindas “damitas” cumplen el importante rol de darnos la bienvenida durante nuestra entrada triunfal, de acompañarnos en la coreografía del Vals de Quince y de ponerles a todos las pilas para animar el baile general. Por eso es muy importante que guarden un estilo similar que uniformice de cierta manera su presentación.
Al igual que en los matrimonios, antes se estilaba que todas las damas de honor se vistieran iguales de pies a cabeza. Pero el problema estaba en que al no tener una figura ni facciones idénticas, un mismo atuendo podía favorecer a unas más que a otras, haciendo que algunas se sintieran incómodas por usar algo que no les quedara tan bien como al resto.
Para no tener dicho inconveniente, lo más recomendable es que nuestras damas de honor usen los cortes de vestido que más se acople a su silueta, aunque con el mismo color, que debe contrastar con el de nuestro atuendo.
Una manera de hacer que el conjunto de chicas se vea más armónico es jugar con la altura de sus vestidos. Así, las de menor estatura deberán lucir un modelo más largo. Las medianas, uno hasta las pantorrillas. Y las más altas, uno ligeramente más corto que el del segundo grupo para que no sea tan evidente la diferencia.
En cuanto a las joyas, es preferible que usen un mismo tipo o tamaño de aretes y collar y que su peinado sea con el cabello suelto o media cola para que dé más frescura al look.
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