De este espacio depende la distribución de los elementos que conformarán la decoración. Por tanto, también permite que los invitados se puedan divertir “a sus anchas” (al menos, debería ser así) y nuestra celebración sea todo un éxito.
El problema es que con tanto preparativo el presupuesto disminuye y tenemos que recurrir a lo que tenemos a nuestro alcance. En este caso, nuestro “hogar, dulce hogar” es la opción más propicia. Y con un poco de ingenio y buen gusto lo podremos convertir en más que un salón de ceremonias. Por lo que he visto en los quinceañeros a los que he asistido, esta alternativa tiene muchas ventajas.
La gran ventaja de hacer la fiesta en nuestra casa es que conocemos todos sus rincones y sabemos cómo hacer que jueguen a nuestro favor. Lo principal es seleccionar el ambiente donde se realizará el baile, que puede ser en la sala, el patio o el jardín.
En los dos últimos casos, hay que contar con un toldo para resguardarnos del frío nocturno y darle más elegancia al lugar. Y específicamente para el jardín hay que poner un tabladillo de madera para movilizarnos fácilmente y no malograr el césped.
Para que hagamos nuestro ingreso, sería muy lindo ir por las escaleras. Pero si no contamos con ellas, también se ve muy cool construir una especie de túnel conformado por algunos ornamentos como globos o flores y hasta por amigos que sostengan las velas que iremos soplando hasta llegar a la pista de baile.
La regla de oro es que todos los invitados estén reunidos en una misma área. Y si allí no alcanza espacio para colocar el buffet, podemos ubicarlo en partes conexas, como el pasadizo, el comedor o la propia sala si vamos a estar en los exteriores.
Qué viva la fiesta! Y que viva en nuestra casa!
No hay comentarios:
Publicar un comentario